sábado, 8 de agosto de 2009


Cuando enamorarse es un pecado, hay que taladrarse el corazón para que sangre. Y cuando llenemos cubetas y cubetas de sangre, quizás entonces dejemos de llorar y podamos tener hambre de amar sin mirar al pasado. A falta de suerte, sin dolor, no suele haber nuevas oportunidades.

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